Hace algunas
horas les conté en
Facebook que hace 13 días que tengo migraña. En realidad,
hace 10 años que tengo migraña, diagnosticada. A eso súmenle 3 años más sin
diagnóstico, lo que nos da un increíble tiempo de amistad con el dolor de
cabeza más horrible que se puede tener (inserte sarcasmo aquí).
Les pregunté
si querían que escribiera cómo la llevo, porque consideremos que 13 días con un
martillo neumático en la cabeza no los lleva cualquiera con cordura.
Sinceramente,
pensé que nadie se iba a interesar, o que la publicación iba a pasar de largo,
pero me sorprendieron (otra vez), y acá me tienen, escribiendo mientras me tomo
un mate con jengibre para suavizar la garganta y me sigue doliendo la cabeza.
 |
"Migrañas: el único momento en que martillarte la cabeza parece una solución apropiada". |
Adelanto que
será un post con humor negro. Lo lamento y pido disculpas por adelantado. El humor
siempre ha sido para mí, la manera de lidiar con las cosas “pesadas”.
Empecemos por
el principio.
A los 16
años (tengo 28 otoños, yo no cuento primaveras porque me dan alergia), sentí el
dolor por primera vez. Era un dolor raro, se sentía como si algo latiera al
lado de mi ojo derecho y también sentía náuseas y estaba un poco mareada. Estaba en el colegio
y pensé que sería de haber dormido poco la noche anterior (siempre me gustó
quedarme levantada de noche hasta tarde, eso lo heredé de mi madre, soy un "ave
nocturna"). Le resté importancia y traté de seguir el día.
Pero fue
imposible, a las dos horas de eso estaba llegando a mi casa y me estaba envolviendo
cual crustáceo en su coraza a oscuras y en silencio. Me parece, pensándolo
ahora, que fue por instinto.
Le dije a mi
mamá que me dolía la cabeza, y me preguntó si me había golpeado, si era
hormonal por la época del mes, si había dormido, en fin, el interrogatorio
clásico de cualquier madre. Le dije que no a todo, y me dio una pastilla de
paracetamol (soy alérgica al ibuprofeno) mientras sacaba turno con un
neurólogo, porque es mejor prevenir que curar y prefería llevarme directamente
a un especialista. Acá debo hacer la aclaración de que yo no me quejo por dolor
“raro”. Yo digo que me duele algo, y casi siempre sé porqué es, por eso la
llamada al neurólogo.
Fui a ver al
médico a los dos días y me preguntó mil cosas, a todo esto, yo seguía igual. El
paracetamol no me había hecho nada y él me recetó ácido tolfenámico y un
electroencefalograma.
Volví a mi
casa, lo empecé a tomar, y a los tres días volví a la guardia porque me estaba
volviendo loca de dolor. Piensen que tenía 16 años y que el dolor de cabeza
había empeorado y a la vez, me había limitado en mis actividades diarias.
Me internaron
y me dieron analgésicos más fuertes, algo para dormir porque llevaba días
despierta y mal dormida y algo para bajar las náuseas.
Al otro día,
me atendió un médico clínico, con su equipito de aprendices, y me diagnosticó,
sin preguntarme nada, depresión y ansiedad.
Me mandó a
mi casa con un antidepresivo (fluoxetina) y una benzodiazepina (clonazepam). Adelgacé
6 kilos en 10 días y me sentaba en la mesa del salón de mi casa solamente a
mover los dedos. Era un ente. No me dolía nada, pero tampoco podía comer o
dormir normalmente. Ni hablar de volver al colegio.
Mi mamá
habló con el médico y el muy maldito le dijo que seguramente, yo hacía todo eso
para llamar la atención y que era normal en la edad. Me sacó la medicación, yo
tuve un brote de abstinencia y ahí sí que me dolió la cabeza. Así que me
internaron de vuelta para darme analgésicos fuertes mientras los antidepresivos
y lo demás se me iban del sistema. Después me enteraría de que en realidad, la
cabeza me había dolido porque había tenido un edema cerebral y el cerebro se
apretaba contra el cráneo, y claro, dolía. Me dieron corticoides y me “sugirieron
control”.
En ese
momento, creo, habiendo visto cómo se trataba a la gente desde el sistema
médico en general, decidí ser psicóloga. Y encontré a la mejor psicóloga que
pude tener en esa época y empecé a ver cómo era la profesión “por adentro”.
Ella trabajaba
con quien ahora es mi médica de cabecera. Y esta médica, me terminó de sacar la
medicación que el inepto me había dado, me siguió controlando y el único
tratamiento que me funcionaba era que cada vez que me dolía la cabeza, me
internaban para darme corticoides y bajar la inflamación.
A
corticoides, medicación, y demases, subí 20 kilos y la cabeza me seguía
doliendo.
Pasé por
muchos neurólogos, muchos especialistas que me recomendaban medicaciones distintas
hasta que encontré a una neuróloga que me dijo que tenía que estar un tiempo
sin medicación para ver qué funcionaba y qué no. Y ahí empezó el desfile de
medicamentos. Les puedo llenar dos hojas tamaño oficio de todo lo que tomé
hasta que encontré algo que funcionaba. Y mientras tanto seguía de tiempo en
tiempo yendo al hospital a ponerme una intravenosa de corticoides para bajar la
inflamación. La pasé bomba ¬¬.
A los dos
años de probar cosas, llegó el diagnóstico: migraña con aura. Y ahí me dieron
dos opciones, o tomar medicamentos preventivos diarios, o tomar algo en el
ataque. Elegí la segunda, porque estaba harta de tomar cosas a diario, y justo
se me empezó a cruzar la historia de la medicación de la fibromialgia que
cuento en el post que dejé más arriba. La medicación que me dieron
(pregabalina) es la que tomo para la migraña y para la fibromialgia. Ahora la
tomo a diario, pero a veces, como ahora, tengo ataques de migraña y tomo cosas
más fuertes, como el tramadol. Pero tengo muuuucho cuidado de tomarlo porque se
me hace rápidamente adictivo. Imagínense que toman algo y no les duele nada, de
golpe, después de muchos días de sentir que tienen alguien pegándoles con un
martillo en un lado de la cabeza y ven borroso, y les molesta la luz o el
sonido y tienen náuseas o vómitos. En ese momento el cuerpo dice “esta es la
mía!” y dejar eso es complicado. Para muestra un botón: una vez me dieron
tramadol cada 8 horas por 10 días, y se los digo así, fue más fácil dejar de
fumar que dejar el tramadol.
Bueno,
habiendo hecho una recopilación de mi historia personal con la migraña, quiero
contarles, ahora, qué hago cuando tengo un ataque migrañoso.
Primero,
subo la medicación. Tengo una dosis máxima de pregabalina y me voy manejando
dentro de esos márgenes. La tomo hace 8 años y no subí de peso (es más, bajé
los 20 que subí con los corticoides y un poco más) y puedo agregarle otras
cosas, pero más allá de eso, hago cosas que no tienen nada que ver con la medicación.
Primero,
hago yoga, aunque sean 20 minutos con un video de YouTube y trato de relajar
los músculos de la espalda y el cuello, porque la cefalea tensional está a la
vuelta de la esquina en la migraña. Y las diferencio porque los dolores de
cabeza son un mundo. Acá les dejo un gráfico que encontré que los diferencia
bien. Está bueno saberlo porque se pueden confundir y saber por qué le duele la
cabeza a uno a veces trae la solución.
Vuelvo a lo
que les decía. Hago yoga, medito (también tienen meditaciones guiadas para
principiantes en YouTube) y trato de bajar las revoluciones. Evito los días
demasiado cargados y siempre me dejo un día donde por ejemplo, a la tarde de
ese día, no tenga que hacer nada. Ese ratito me sirve para no ir a mil por la
vida y evitar la migraña por estrés.
No les
conté, pero en esos años de ver qué me daba resultado y qué no, hasta hice
dietas sacando alimentos para ver si era alimenticia y resultó que no era ni
alimenticia ni hormonal, simplemente es vascular. Se estrecha, por algo, un
vaso sanquíneo y me duele.
Me conseguí
una masajista, que además es mi amiga y que me hace una hora de masajes de
corrido, nada de media hora de lámpara y dos toquecitos como los masajistas de
cotillón. Más allá de que sea mi amiga, es una tremenda masajista. Me ha hecho
llorar de la emoción por haber podido apoyar la espalda nuevamente. Créanme,
que tratar a alguien con fibromialgia no es sencillo, pero ella hace que
parezca que lo es.
Otra de las
medidas que tomé, fue empezar a usar aceites esenciales.
Y acá les
dejo los cuatro que uso yo, y para qué sirve cada uno.
Lavanda: lo uso cuando necesito
relajarme porque el dolor me tiene muy tensa.
Para qué sirve:
facilita la meditación. Relajante. Bueno para el insomnio. Reconstituyente celular.
Alivia el ardor o la irritación por quemaduras, picaduras, o reacciones
alérgicas en la piel. (Lo del insomnio, probadísimo. Lo uso con dos gotas en la
almohada y es mano de santo).
Menta: uno de mis favoritos, con este
aceite siento que la pesadez de la cabeza se me va.
Para qué
sirve: para la concentración y el agotamiento. Estimula el sistema nervioso. Profundiza
la meditación. Estimula las emociones y levanta la libido. Elimina la
congestión de las infecciones. Alivia el dolor de cabeza.
Eucalipto: lo combino con el de menta.
Para los casos de congestión por gripe y esas cosas horribles, sirve un montón. También lo uso para estudiar.
Para qué sirve: aumenta la energía y restablece el
equilibrio emocional. Mejora la concentración y capacidad intelectual. Abre los
pulmones. Fortalece el sistema inmune. Reduce las migrañas. Descongestiona las
vías respiratorias.
Y el recién
llegado, que me tiene enamoradísima:
Mejorana: les juro que es un “botón de
pausa”. Calma un montón la ansiedad que me da las ganas de querer arrancarme la
cabeza porque me duele y es como si purificara el ambiente, es difícil de
explicar. Tiene un aroma suave, pero me encantó porque me hizo bajar los
decibeles enseguida.
Para qué sirve: mejora los estados emocionales agitados. Fortalece la fuerza de voluntad. Alivia
miedos, timidez e insomnio. Disipa los dolores de cabeza. Calma y tranquiliza. Relaja
los músculos. Mitiga mareos y náuseas. Alivia migrañas. Mejora el sistema
respiratorio.
Cómo los uso: se pueden usar aplicando
unas gotas en agua y usándolo en hornillo (con 2 o 3 gotas es suficiente, yo
estaba acostumbrada a comprar los aceites calidad medio pelo y la primera vez
le puse 20 gotas de aceite de menta. Resultado, los ojos llorosos a los 5
minutos y agua del hornillo disuelta para usar razonablemente). Otro uso es
aplicarlo en las sienes haciendo un leve masaje, se puede inhalar desde un
pañuelo o simplemente aplicarlo sobre la piel.
Todos estos
aceites que les mostré, los compré yo uno por uno, me salieron alrededor de
$100 y son de la marca Madreselva.
Cuando compran un aceite, se tienen que fijar en dos cosas principales: el precio, si es muy barato, desconfíen. Y que esté guardado en un frasco de vidrio y de color oscuro, porque hay que guardarlos al abrigo de la luz para que no se echen a perder.
El precio se
amortigua tremendamente. Ya les digo, por hornillo, usan 2 o 3 gotas nada más y
traen 10 ml.
Que quede claro, por favor, que los estoy recomendando porque son
buenísimos. Acá no hay colaboración ni nada.
Para las
platenses, a mí me los vende Zeli, les dejo los datos abajo, de ella y de
Madreselva por si quieren chusmear el catálogo.
Sinceramente,
con medicación, masajes, yoga, meditación, y el tener los aceites siempre a
mano para cuando los necesite (a veces, incluso, si tengo que estar fuera
muchas horas, solamente pongo una gota de aceite de menta, una de eucalipto o
una de mejorana en un pañuelo de tela, lo guardo en una bolsita tipo ziploc y a
la calle. Si llego a tener sensación de embotamiento o la cabeza comienza a
dolerme lo tengo a mano y me ayuda), llevo bastante bien la migraña.
Hoy, que voy
para el día 14 de dolor, no estoy trepando por las paredes. Podría, pero entre
todas las maneras alternativas a la medicación tradicional (que tomo, pero en
dosis mínimas porque me da miedo llegar a ser muy grande y ser resistente a
todo), voy soportándolo.
Perdón por
el post extremadamente largo, pero me lo pidieron tanto que entre mates fríos y
cambiar la velita del horno, lo escribí de un tirón. Y también me distraigo un
rato del dolor.
Si llegaron
hasta acá, se los agradezco, y les pido por favor que compartan el post, déjenme
un comentario o cuéntenle a algún amigo sobre esto. Hay gente que todavía no
sabe que hay alternativas a llenarse de ibuprofeno y poder llevar una buena
calidad de vida dentro de todo.
La migraña
limita, no es un dolor de cabeza cualquiera y hay que controlarla. Pero se
pueden hacer muchas cosas para llevarla mejor.
Antes de que me olvide, datos:
Zeli, mi vendedora estrella:
Cosmética Natural y Aromaterapia
Madreselva:
Catálogo.
Muchas
gracias por leerme.
Besos, Maru.